viernes, 25 de enero de 2013

Efluvio telógeno

La gente piensa que lo peor de tener un chiquillo es el embarazo, con sus náuseas y vómitos, el botijo de cuerpo o las patas como columnas de elefante. O el parto, esa inhumana capacidad que tenemos las mujeres de sacar un lechón de 3 kilos por la cerradura del portal de tu casa como si fuera normal. O el postparto, esa época en la que te quieres morir del dolor, del cansancio, de las hormonas, del miedo, del desbarate...y nadie te hace ni puñetero caso porque el lechón es infinitamente más adorable e interesante que tú. O los terribles meses sin dormir justo después. O los caòticos 2 años del churumbel, inconformista y rebelde. O quizás.... ¡Naaaada! ¡Naaaaaada de eso! Les sacaré de dudas. Lo peor de tener un chiquillo es EL PELO CHICO. Maravillas de la naturaleza, tu cuerpo, al sufrir un estrés ilimitado al sacar el lechón por la cerradura, responde a los 4 meses dejándote medio calva. ¿Hay problema ahí? NINGUNO. El problema viene luego. Cuando sale. Es la cosa más horrorosa, inaguantable, insufrible, procolérica y destructora de autoestima que existe: EL PELO CHICO. Se te llena la cabeza de una corona de pelo púbico, amorfo, tieso e indisciplinado de aproximadamente 2 cm de diámetro que hace que el resto de tu pelo normal se levante estofado 2 cm de tu cabeza. No hay secador, plancha, rezados y milagros, espumas ni gominas que puedan domar esta situación. El puñetero PELO CHICO de los cohones. Es la cosa más antierótica tras un bigote que me ha salido. El PELO CHICO. Y lo que te rondaré morena.

1 comentario:

Kat dijo...

je,je. Ese pelo chico asqueroso lo sigo teniendo, y la niña ya tiene 21 meses. Con la melena que yo tenía durante el embarazo! Fue parir, volverseme grasiento, caerseme, y aparecer esos pelos púbicos!